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"El Señor es justo y bondadoso, nuestro Dios es compasivo; el Señor protege a los sencillos: yo estaba en la miseria y me salvó. Alma mía, recobra la calma, porque el Señor ha sido bueno contigo. El libró mi vida de la muerte, mis ojos de las lágrimas y mis pies de la caída. Yo caminaré en la presencia del Señor, en la tierra de los vivientes."

Salmo 116: 5 - 9

Debido a nuestra creencia no sólo en la inmortalidad del alma, sino también en la resurrección del cuerpo, la Iglesia profesa la esperanza ante la muerte y actúa con caridad en los ritos funerarios. La Iglesia proporciona una serie de oraciones para que los fieles las ofrezcan tanto para acompañar la muerte de un ser querido como para fortalecer nuestra fe tras su muerte. Mediante la oración privada y los ritos funerarios públicos, fortalecemos nuestra fe y esperanza, consolamos a los que lloran y enterramos los restos mortales de los difuntos con el cuidado que corresponde a lo que fue el Templo del Espíritu Santo.

Los siguientes extractos están tomados de la Introducción General de la Orden de los Funerales Cristianos: 4. A la muerte de un cristiano, cuya vida de fe se inició en las aguas del bautismo y se fortaleció en la mesa eucarística, la Iglesia intercede en nombre del difunto por su confiada creencia de que la muerte no es el final ni rompe los lazos forjados en la vida. La Iglesia también atiende a los afligidos y los consuela en los ritos funerarios con la consoladora palabra de Dios y el sacramento de la eucaristía.

5. Los cristianos celebran los ritos funerarios para rendir culto, alabanza y acción de gracias a Dios por el don de una vida que ya ha sido devuelta a Dios, autor de la vida y esperanza de los justos. La Misa, memorial de la muerte y resurrección de Cristo, es la principal celebración del funeral cristiano.

6. La Iglesia, a través de sus ritos funerarios, encomienda a los muertos al amor misericordioso de Dios y suplica el perdón de sus pecados. En los ritos funerarios, especialmente en la celebración del sacrificio eucarístico, la comunidad cristiana afirma y expresa la unión de la Iglesia en la tierra con la Iglesia en el cielo en la única gran comunión de los santos. Aunque separados de los vivos, los muertos siguen siendo uno con la comunidad de creyentes en la tierra y se benefician de sus oraciones e intercesión. En el rito de encomio final y despedida, la comunidad reconoce la realidad de la separación y encomienda al difunto a Dios. De esta manera reconoce el vínculo espiritual que aún existe entre los vivos y los muertos y proclama su creencia de que todos los fieles serán resucitados y reunidos en el nuevo cielo y la nueva tierra, donde la muerte ya no existirá.

Orden de los funerales cristianos, Introducción general, números. 22-23 Le pedimos que elija una lectura del Antiguo Testamento y una lectura del Nuevo Testamento, y dos lectores. Si no tiene lectores, háganoslo saber y se los proporcionaremos.

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Selección de mis lecturas

SOBRE LA MISA
LECTURA DEL ANTIGUO TESTAMENTO

Después de haber reunido entre sus hombres cerca de 2.000 dracmas, las mandó a Jerusalén para ofrecer un sacrificio por el pecado, obrando muy hermosa y noblemente, pensando en la resurrección. Pues de no esperar que los soldados caídos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos; mas si consideraba que una magnífica recompensa está reservada a los que duermen piadosamente, era un pensamiento santo y piadoso. Por eso mandó hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado."

Respondió: «¿Hasta cuándo me cansarán y me acorralarán con sus discursos? Ya me han insultado diez veces, ¿y no se avergüenzan de maltratarme así? ¡Aunque de hecho hubiera errado, conmigo estaría mi error! Si quieren triunfar de mí y reprocharme por mi humillación, sepan que es Dios quien me perjudicó y me envolvió con su red. Si grito: ¡Violencia!, nadie me responde; y por más que llamo, no me hacen justicia. Ha cortado mi camino para que no pase, ha puesto tinieblas sobre mis senderos, me ha desvestido de mi gloria, me ha quitado de la cabeza mi corona. Corta mis amarras hasta que me vaya arranca de raíz mis esperanzas. Descarga sobre mí su enojo y me trata como su enemigo. Sus bandas llegan a la vez, se abren camino hasta mí y acampan a mi alrededor. Ha apartado de mí mis hermanos, y todos mis conocidos tratan de alejarse. Ya no me ven parientes ni familiares, me olvidaron los allegados a mi casa. Mis sirvientas me tienen por extraño, me miran como un desconocido. Si llamo a mi criado, no me hace caso aunque se lo suplique. Mi aliento le cae mal a mi mujer, mis propios hijos me encuentran hediondo. Hasta los niños me desprecian, y hacen burla de mí si me levanto. Todos mis íntimos tienen asco de mí, los que yo amaba se han vuelto contra mí. Bajo mi piel, mi carne se deshace, al desnudo quedan mis huesos como dientes. Apiádense de mí, ustedes mis amigos, que es la mano de Dios la que me hirió. ¿Por qué me persiguen tan cruelmente como Dios y no quedan satisfechos con mi carne? ¡Ojalá que mis palabras se escribieran y se grabaran en el bronce, y con un punzón de hierro o estilete para siempre en la piedra se esculpieran! Bien sé yo que mi Defensor vive y que él hablará el último, de pie sobre la tierra. Yo me pondré de pie dentro de mi piel y en mi propia carne veré a Dios. Yo lo contemplaré, yo mismo. El es a quien veré y no a otro: mi corazón desfallece esperándolo; Ustedes que tratan de condenarme y buscan pretextos contra mí, teman que la espada los hiera a ustedes mismos cuando la cólera de Dios castigue las culpas, y sabrán entonces que hay al fin justicia.»"

Las almas de los justos están en las manos de Dios y ningún tormento podrá alcanzarlos. A los ojos de los insensatos están bien muertos y su partida parece una derrota. Nos abandonaron: parece que nada quedó de ellos. Pero, en realidad, entraron en la paz. Aunque los hombres hayan visto en eso un castigo, allí estaba la vida inmortal para sostener su esperanza: después de una corta prueba recibirán grandes recompensas. Sí, Dios los puso a prueba y los encontró dignos de él. Los probó como al oro en el horno donde se funden los metales, y los aceptó como una ofrenda perfecta. Cuando venga Dios a visitarnos, serán luz, semejantes a la centella que corre por entre la maleza. Gobernarán naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor será su rey para siempre. Los que confiaron en él conocerán la verdad, los que fueron fieles en el amor permanecerán junto a él."

El justo en cambio, aunque muera prematuramente, encontrará su descanso. La edad que merece el respeto no depende de la duración de la vida, ni se mide por el número de años. ¡ El verdadero conocimiento es como tener los cabellos blancos! Una vida sin mancha equivale a una edad madura. Era recto, agradó a Dios que lo amó; pero como vivía en medio de los pecadores, fue sacado de allí. Dios lo sacó por temor a que el mal corrompiera su inteligencia o que su alma se dejara seducir por la mentira. Porque la fascinación del mal oculta los verdaderos valores y los reclamos del deseo conmueven a un alma sin malicia. Acabó pronto, pero había recorrido ya un largo camino. Su alma era preciosa a los ojos del Señor, por eso la retiró pronto de su ambiente corrompido. La gente al ver eso no entendió; no comprendieron que la benevolencia y la misericordia de Dios acompañan a sus elegidos, y que él vela por los suyos."

Yavé de los Ejércitos está preparando para todos los pueblos, en este cerro, una comida con jugosos asados y buenos vinos, un banquete de carne y vinos escogidos. En este cerro quitará el velo de luto que cubría a todos los pueblos y la mortaja que envolvía a todas las naciones. Y destruirá para siempre a la Muerte. El Señor Yavé enjugará las lágrimas de todos los rostros; devolverá la honra a su pueblo, y a toda la tierra, pues así lo ha dicho Yavé. Entonces dirán: «Este es, en verdad, nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; éste es Yavé, en quien confiábamos. Ahora estamos contentos y nos alegramos porque nos ha salvado."

Mi alma está alejada de la paz y ha olvidado la dicha. Dije: Mi esperanza se perdió igual que mi confianza en Yavé. Acuérdate de mi miseria y vida errante, de mi ajenjo y amargor. Mi alma recuerda, sí, y se me hunde. Esto reflexiono en mi corazón, y por ello esperaré. El amor de Yavé no se ha acabado, ni se han agotado sus misericordias; se renuevan cada mañana. Sí, tu fidelidad es grande. Dice mi alma: «Yavé es mi parte, por eso en él esperaré.» Bueno es Yavé para los que esperan en él, para el alma que lo busca. Bueno es esperar en silencio la salvación de Yavé."

En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran jefe que defiende a los hijos de tu pueblo. Será un tiempo de angustia, como nunca lo hubo desde que existieron las naciones hasta el día de hoy. Entonces serán salvados todos aquellos que estén inscritos en el libro. Muchos de los que duermen en la región del polvo se despertarán, unos para la vida eterna, otros para el horror y la vergüenza eterna. Los guías espirituales brillarán como el resplandor del firmamento; los que educaron al pueblo para que fuera justo brillarán como las estrellas por toda la eternidad."

Lecturas del Nuevo Testamento

La cual no quedará frustrada, pues ya se nos ha dado el Espíritu Santo, y por él el amor de Dios se va derramando en nuestros corazones. Fíjense cómo Cristo murió por los pecadores, cuando llegó el momento, en un tiempo en que no servíamos para nada. Difícilmente aceptaríamos morir por una persona buena; tratándose de una persona muy buena, tal vez alguien se atrevería a sacrificar su vida. Pero Dios dejó constancia del amor que nos tiene: Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores. Con mucha más razón ahora nos salvará del castigo si, por su sangre, hemos sido hechos justos y santos. Cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con él por la muerte de su Hijo; con mucha más razón ahora su vida será nuestra plenitud. No sólo eso: nos sentiremos seguros de Dios gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, por medio del cual hemos obtenido la reconciliación."

Y si bien reinó la muerte por culpa de uno y debido a uno solo, con mucha mayor razón la vida reinará gracias a uno solo, Jesucristo, en todos aquellos que aprovechan el derroche de la gracia y el don de la verdadera rectitud. Es verdad que una sola transgresión acarreó sentencia de muerte para todos, pero del mismo modo la rehabilitación merecida por uno solo procuró perdón y vida a todos. Y así como la desobediencia de uno solo hizo pecadores a muchos, así también por la obediencia de uno solo una multitud accede a la verdadera rectitud. Al sobrevenir la Ley, el pecado tuvo más auge, pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Y del mismo modo que el pecado estableció su reinado de muerte, así también debía reinar la gracia y, después de restablecernos en la amistad con Dios, nos llevará a la vida eterna por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor."

Como ustedes saben, todos nosotros, al ser bautizados en Cristo Jesús, hemos sido sumergidos en su muerte. Por este bautismo en su muerte fuimos sepultados con Cristo, y así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la Gloria del Padre, así también nosotros empezamos una vida nueva. Una representación de su muerte nos injertó en él, pero compartiremos también su resurrección. Como ustedes saben, el hombre viejo que está en nosotros ha sido crucificado con Cristo. Las fuerzas vivas del pecado han sido destruidas para que no sirvamos más al pecado. Hemos muerto, ¿no es cierto? Entonces ya no le debemos nada. Pero si hemos muerto junto a Cristo, debemos creer que también viviremos con él. Sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; desde ahora la muerte no tiene poder sobre él."

Todos aquellos a los que guía el Espíritu de Dios son hijos e hijas de Dios. Entonces no vuelvan al miedo; ustedes no recibieron un espíritu de esclavos, sino el espíritu propio de los hijos, que nos permite gritar: ¡Abba!, o sea: ¡Papá! El Espíritu asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Siendo hijos, son también herederos; la herencia de Dios será nuestra y la compartiremos con Cristo. Y si hemos sufrido con él, estaremos con él también en la Gloria. Estimo que los sufrimientos de la vida presente no se pueden comparar con la Gloria que nos espera y que ha de manifestarse. Algo entretiene la inquietud del universo, y es la esperanza de que los hijos e hijas de Dios se muestren como son. Pues si la creación se ve obligada a no lograr algo duradero, esto no viene de ella misma, sino de aquel que le impuso este destino. Pero le queda la esperanza; 21.porque el mundo creado también dejará de trabajar para que sea destruido, y compartirá la libertad y la gloria de los hijos de Dios. Vemos que la creación entera gime y sufre dolores de parto. Y también nosotros, aunque ya tengamos el Espíritu como un anticipo de lo que hemos de recibir, gemimos en nuestro interior mientras esperamos nuestros derechos de hijos y la redención de nuestro cuerpo."

¿Qué más podemos decir? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? Si ni siquiera perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos va a dar con él todo lo demás? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios mismo los declara justos. ¿Quién los condenará? ¿Acaso será Cristo, el que murió y, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios intercediendo por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Acaso las pruebas, la aflicción, la persecución, el hambre, la falta de todo, los peligros o la espada? Como dice la Escritura: Por tu causa nos arrastran continuamente a la muerte, nos tratan como ovejas destinadas al matadero. Pero no; en todo eso saldremos triunfadores gracias a Aquel que nos amó. Yo sé que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni las fuerzas del universo, ni el presente ni el futuro, ni las fuerzas espirituales, ya sean del cielo o de los abismos, ni ninguna otra criatura podrán apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor."

Los proyectos de la carne están en contra de Dios, pues la carne no se somete a la ley de Dios, y ni siquiera puede someterse. Por eso los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Ustedes ya no están en la carne, sino que viven en el espíritu, pues el Espíritu de Dios habita en ustedes. Si alguno no tuviera el Espíritu de Cristo, éste no le pertenecería. Pero Cristo está en ustedes, y aunque el cuerpo lleve en sí la muerte a consecuencia del pecado, el espíritu es vida por haber sido santificado. Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos está en ustedes, el mismo que resucitó a Jesús de entre los muertos dará también vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que habita en ustedes. Entonces, hermanos, no vivamos según la carne, pues no le debemos nada."

Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, siendo él primero y primicia de los que se durmieron. Un hombre trajo la muerte, y un hombre también trae la resurrección de los muertos. Todos mueren por estar incluidos en Adán, y todos también recibirán la vida en Cristo. Pero se respeta el lugar de cada uno: Cristo es primero, y más tarde le tocará a los suyos, cuando Cristo nos visite. Luego llegará el fin. Cristo entregará a Dios Padre el Reino después de haber desarmado todas las estructuras, autoridades y fuerzas del universo. Está dicho que debe ejercer el poder hasta que haya puesto a todos sus enemigos bajo sus pies, y el último de los enemigos sometidos será la muerte. Dios pondrá todas las cosas bajo sus pies. Todo le será sometido; pero es evidente que se excluye a Aquel que le somete el universo. Y cuando el universo le quede sometido, el Hijo se someterá a Aquel que le sometió todas las cosas, para que en adelante, Dios sea todo en todos."

Por eso les enseño algo misterioso: aunque no todos muramos, todos tendremos que ser transformados cuando suene la última trompeta. Será cosa de un instante, de un abrir y cerrar de ojos. Al toque de la trompeta los muertos resucitarán como seres inmortales, y nosotros también seremos transformados. Porque es necesario que nuestro ser mortal y corruptible se revista de la vida que no conoce la muerte ni la corrupción. Cuando nuestro ser corruptible se revista de su forma inalterable y esta vida mortal sea absorbida por la inmortal, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: ¡Qué victoria tan grande! La muerte ha sido devorada. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado, y la Ley lo hacía más poderoso. Pero demos gracias a Dios que nos da la victoria por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor."

Sabemos que aquel que resucitó a Jesús nos resucitará también con Jesús y nos pondrá cerca de él con ustedes." Porque sabemos que si esta tienda, que es nuestra morada terrestre, se desmorona, tenemos un edificio que es de Dios: una morada eterna, no hecha por mano humana, que está en los cielos."

Y el que nos ha destinado a eso es Dios, el cual nos ha dado en arras el Espíritu. Así pues, siempre llenos de buen ánimo, sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, vivimos lejos del Señor, pues caminamos en la fe y no en la visión... Estamos, pues, llenos de buen ánimo y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor. Por eso, bien en nuestro cuerpo, bien fuera de él, nos afanamos por agradarle. Porque es necesario que todos nosotros seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal."

Pero nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor Jesucristo, el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo, en virtud del poder que tiene de someter a sí todas las cosas."

Hermanos, deseo que estén bien enterados acerca de los que ya descansan. No deben afligirse como hacen los demás que no tienen esperanza. ¿No creemos que Jesús murió y que resucitó? De la misma manera, pues, Dios hará que Jesús se lleve con él a los que ahora descansan. Les damos esto como palabra del Señor: nosotros, los que ahora vivimos, si todavía estamos con vida cuando venga el Señor, no tendremos ventaja sobre los que ya han muerto. Cuando se dé la señal por la voz del arcángel y la trompeta divina, el mismo Señor bajará del cielo. Y primero resucitarán los que murieron en Cristo. Después nosotros, los vivos, los que todavía estemos, nos reuniremos con ellos, llevados en las nubes al encuentro del Señor, allá arriba. Y estaremos con el Señor para siempre. Guarden, pues, estas palabras, y confórtense unos a otros."

Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, descendiente de David, según mi Evangelio; por él estoy sufriendo hasta llevar cadenas como un malhechor; pero la Palabra de Dios no está encadenada. Por esto todo lo soporto por los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación que está en Cristo Jesús con la gloria eterna. Es cierta esta afirmación: Si hemos muerto con él, también viviremos con él; si nos mantenemos firmes, también reinaremos con él; si le negamos, también él nos negará; si somos infieles, él permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo."

Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!. El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es."

Pues el amor a nuestros hermanos es para nosotros el signo de que hemos pasado de la muerte a la vida. El que no ama está en un estado de muerte. El que odia a su hermano es un asesino, y, como saben, ningún asesino tiene la vida eterna. El (Jesucristo) entregó su vida por nosotros; y en esto hemos conocido el amor; ahora también nosotros debemos dar la vida por los hermanos."

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